Marco Antonio Guzmán Neyra pda.jc.av.
domingo, 24 de diciembre de 2023
FELIZ NAVIDAD 2023 Y UN PRÓSPERO AÑO NUEVO 2024 -Remanentis Maranathá-facebook
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JANUA COELI-PUERTA DEL CIELO CENTRO DE APOSTOLADO CATÒLICO
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miércoles, 13 de julio de 2022
A MIS ESTIMADOS AMIGOS EN TRADICIÓN CATÓLICA
viernes, 24 de diciembre de 2021
MIS SALUDOS NAVIDEÑOS PARA MIS FAMILIARES Y AMIGOS 2021-MARCO ANTONIO GUZMAN NEYRA
Con todo mi cariño les deseo una Feliz Navidad 2021 y un Próspero año Nuevo 2022 lleno de dicha a pesar de las sombras de terror que nos quieren cubrir , pero recordemos somos cristianos no tenemos morada aquí en la tierra sino para el Cielo , y en nuestra existencia antes de la partida acojamos al Redentor Niño en nuestro corazón.
Esta Noche buena
¡Gloria in excelsis Deo !
el tamborilero : Raphael
Mis más y mejores deseos
Vuestro amigo
Marco Antonio Guzmán Neyra
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JANUA COELI-PUERTA DEL CIELO CENTRO DE APOSTOLADO CATÒLICO
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viernes, 15 de enero de 2021
RECEMOS EN LATIN - MILITIA IMMACULATAE -WHATSSAP - FACEBOOK - TELEGRAM
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JANUA COELI-PUERTA DEL CIELO CENTRO DE APOSTOLADO CATÒLICO
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jueves, 24 de diciembre de 2020
MARCO ANTONIO GUZMÁN NEYRA - MI MENSAJE NAVIDEÑO 2020 AÑO NUEVO 2021 DESDE EL FACEBOOK
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JANUA COELI-PUERTA DEL CIELO CENTRO DE APOSTOLADO CATÒLICO
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sábado, 27 de junio de 2020
SAN PEDRO Y SAN PABLO APÓSTOLES - Padre E. Albamonte .FSSPX
SAN PEDRO Y SAN PABLO, APÓSTOLES
Año Litúrgico - Dom Prospero Gueranger
Año Litúrgico - Dom Prospero Gueranger
LA
RESPUESTA DE AMOR. — "¿Simón, hijo de Juan; me
amas?" He aquí el momento en que se escucha la respuesta que el Hijo del
Hombre exigía del pescador de Galilea. Pedro no teme la triple interrogación
del Señor. Desde aquella noche en que el gallo fué menos solícito para cantar
que el primero de los Apóstoles para renegar de su Maestro, continuas lágrimas
cavaron dos surcos en sus mejillas; ha luido el día en que cesen estas
lágrimas. Desde el patíbulo en que el humilde discípulo ha pedido le claven
cabeza abajo, su corazón generoso repite, por fin sin miedo, la protesta que,
desde la escena de las orillas del lago de Tiberíades, ha consumido
silenciosamente su vida: "¡Sí, Señor, tú sabes que te amo!'"
EL AMOR,
CARACTERÍSTICA DEL SACERDOCIO NUEVO.— El amor es la
característica que distingue el sacerdocio de los tiempos nuevos del ministerio
de la ley de servidumbre. El sacerdote judío, impotente, temeroso, no sabía
sino derramar sangre de victimas simbólicas sobre un altar simbólico también.
Jesús, Sacerdote y Víctima a la vez, exige más de aquellos a quienes llama a
participar de la prerrogativa que le hace Pontífice eterno según el orden de
Melquisedec "No os llamaré en adelante siervos, porque el siervo no sabe
lo que hace su Señor; sino que os he llamado mis amigos porque os he comunicado
todo lo que he recibido del Padre. Como mi Padre me ha amado, así os amo yo;
permaneced en mi amor".
Ahora bien, para el sacerdote admitido de esta manera a la unión con el
Pontífice eterno, el amor no es completo, si no se extiende a la humanidad
rescatada en el gran Sacrificio. Y nótese que para él es más estricta la
obligación, común a los cristianos, de amarse como miembros de una misma
Cabeza; pues por su sacerdocio se hace partícipe de la Cabeza, y con esta
participación, la caridad debe tener en él algo del carácter y grandeza del
amor que esa Cabeza tiene a sus miembros. Y ¿cuánto mayor será, si, al poder
que tiene de inmolar a Cristo mismo, y al deber que le obliga a ofrecerse con
él en el secreto de los Misterios, la plenitud del Pontificado le añade la
misión pública de dar a la Iglesia el apoyo que necesita y la fecundidad que el
Esposo celestial espera de ella? Entonces es cuando, según la doctrina
sostenida siempre por los Papas, por los Concilios y por los Padres, el
Espíritu Santo le adapta a su misión sublime, identificando enteramente su amor
con el del Esposo cuyas obligaciones asume y cuyos derechos ejerce.
EL AMOR DE
SAN PEDRO. — Al confiar a Simón hijo de Juan la humanidad redimida, el primer
cuidado del Hombre-Dios fué asegurarse de que sería fiel vicario de su amor';
de que, habiendo recibido más que los otros, le amaría más que todos; de que,
siendo heredero del amor de Jesús para los suyos que estaban en el mundo, los
debía amar, como El, hasta el fin. Por esto, la exaltación de Pedro a las
cumbres de la Jerarquía sagrada, concuerda en el Evangelio con el anuncio de su
martirio siendo Sumo Pontífice, tenía que seguir hasta la cruz al Jerarca
supremo.
Ahora bien, la santidad de la criatura y, a la vez, la gloria de Dios
Creador y Salvador, tienen su completa realización en el Sacrificio, que junta
al pastor y al rebaño en un mismo holocausto.
Por este fin último de todo pontificado y de toda jerarquía, Pedro
recorrió toda la tierra, después de la Ascensión de Jesús. En Joppe, cuando
estaba aún al principio de sus correrías apostólicas, se apoderó de él un
hambre misteriosa: "Levántate, Pedro; mata y come", le dijo el
Espíritu; y al mismo tiempo una visión simbólica ponía ante sus ojos los
animales de la tierra y las aves del cielo. Eran los gentiles que debía reunir,
en la mesa del banquete divino, con los fieles de Israel. Vicario del Verbo, se
haría participante de su inmensa hambre; su caridad, como fuego devorador, se
asimilaría los pueblos; y, ejerciendo su título de jefe, llegaría un día en
que, verdadera cabeza del mundo, haría de esta humanidad, ofrecida como presa a
su avidez, el cuerpo de Cristo en su propia persona. Entonces, nuevo Isaac, o
más bien verdadero Cristo, verá levantarse delante de él la montaña en donde Dios
mira, esperando el sacrificio.
EL
MARTIRIO DE SAN PEDRO. — Miremos también nosotros, pues ha
llegado a ser presente ese futuro, y, como en el Viernes Santo, participamos en
el desenlace que se anuncia. Participación dichosa, toda triunfal: aquí, el deicida
no mezcla su nota lúgubre al homenaje del mundo, y el perfume de inmolación que
ahora sube de la tierra, no llena los cielos sino de suave alegría. Se diría
que la tierra, divinizada por la virtud de la hostia adorable del Calvario, se
basta a sí misma. Pedro, simple hijo de Adán, y, con todo eso, verdadero Sumo
Pontífice, avanza llevando el mundo: su sacrificio va a completar el de
Jesucristo, que le invistió con su grandeza; la Iglesia, inseparable de su
Cabeza visible, le reviste también con su gloria. Por la virtud de esta nueva
cruz que se levanta, Roma se hace hoy la ciudad santa. Mientras Sión queda
maldita por haber crucificado un día a su Salvador, Roma podrá rechazar al
Hombre-Dios, derramar su sangre en sus mártires: ningún crimen de Roma prevalecerá
sobre el gran hecho que ahora se realiza; la cruz de Pedro le ha traspasado
todos los derechos de la de Jesús, dejando a los judíos la maldición; ahora
Roma es la verdadera Jerusalén.
EL
MARTIRIO DE SAN PABLO. — Siendo tal la significación de este
día, no es de maravillar que el Señor la haya querido aumentar aun más,
añadiendo el martirio del Apóstol Pablo al sacrificio de Simón Pedro. Pablo,
más que nadie, había prometido con sus predicaciones la edificación del cuerpo
de Cristo; si hoy la Iglesia ha llegado a este completo desenvolvimiento que la
permite ofrecerse en su Cabeza como hostia de suavísimo olor, ¿quién mejor que
él merecía completar la oblación?' Habiendo llegado la edad perfecta de la
Esposa, ha acabado también su obra. Inseparable de Pedro en los trabajos por la
fe y el amor, le acompaña del mismo modo en la muerte; los dos dejan a la
tierra alegrarse en las bodas divinas selladas con su sangre, y suben juntos a
la mansión eterna, donde se completa la unión.
VIDA
DIVINA. — San Pedro después de Pentecostés organizó con los otros apóstoles la
Iglesia de Jerusalén, luego las de Samaria y Judea, y recibió en la Iglesia al
centurión Cornelio, el primer pagano convertido. Habiendo escapado
milagrosamente de la muerte que le tenía preparada el Rey Herodes Agripa, dejó
Jerusalén y se dirigió a Roma donde fundó, alrededor del año 42, la Iglesia que
sería más tarde el centro de la Catolicidad. Desde Roma emprendió varias
excursiones apostólicas. Hacia el año 50 se encuentra en Jerusalén para el
concilio que decidió la admisión de los gentiles en la Iglesia, sin obligarlos
a las observancias de la ley mosaica. Partió luego a Antioquía, al Ponto,
Galacla, Capadocia, Bitinia, y a la provincia de Asia. Un incendio destruyó
Roma hacia el año 64, y acusando Nerón a los cristianos de tal catástrofe, los
hizo encarcelar en masa. Muchos cientos, quizá millares, fueron condenados a
muerte con diversos tormentos: unos crucificados, otros quemados vivos, otros
fueron entregados a las bestias en el anfiteatro, otros decapitados. San Pedro,
encarcelado, según antigua tradición, en la cárcel Mamertina, fué crucificado
con la cabeza abajo en los jardines de Nerón, sobre la colina del Vaticano, y
allí mismo fué enterrado. No se conoce la fecha exacta de su martirio: se debe
colocar entre el año 64 y el 67.
LA FIESTA
DEL 29 DE JUNIO. — Después de las grandes solemnidades del año
Litúrgico y de la fiesta de San Juan Bautista, no hay otra más antigua y
universal en la Iglesia que la de los dos príncipes de los Apóstoles. Muy
pronto Roma celebró su triunfo en la fecha misma del 29 de Junio, que los viera
subir al cielo. Este uso prevaleció luego sobre el de algunos lugares, que
habían puesto la fiesta de los Apóstoles en los últimos días de Diciembre. Fué
ciertamente un hermoso pensamiento el hacer así de los padres del pueblo
cristiano el cortejo del Emmanuel, a su venida al mundo. Pero, como ya hemos
visto, las enseñanzas de este día tienen ellas solas, una importancia
preponderante en la economía del dogma cristiano; son el complemento de toda la
obra del Hijo de Dios; la cruz de Pedro da estabilidad a la Iglesia, y señala
al espíritu de Dios el centro inmovible de sus operaciones. Roma estuvo
inspirada cuando, reservando al discípulo amado el honor de velar por sus hermanos
cerca del pesebre del Niño Jesús, guardaba el solemne recuerdo de los príncipes
del apostolado en el día escogido por Dios para consumar sus trabajos y coronar
juntamente con su vida el ciclo de los misterios.
EL
RECUERDO DE LOS DOCE APÓSTOLES. — Pero no debemos olvidar en tan
gran día a los otros operarios del padre de familia, que también regaron con
sus sudores y su sangre todos los caminos del mundo, para acelerar el triunfo y
reunir a los convidados al festín de las bodas'. Gracias a ellos se predicó
entonces definitivamente la ley de gracia por todas las naciones, y la buena
nueva resonó en todos los idiomas y en todos los confines de la tierra. Por
eso, la fiesta de San Pedro, completada de un modo especial por el recuerdo de
su compañero de martirio, Pablo, fue considerada desde muy antiguo como la del
colegio entero de los Apóstoles. Se creyó antiguamente que no se podía separar
de su glorioso jefe a aquellos a quienes el Señor habla unido tan estrechamente
en la solidaridad de su obra común. Sin embargo de eso, con el tiempo se fueron
consagrando sucesivamente fiestas a cada uno de ellos, y la del 29 de Junio
quedó dedicada exclusivamente a los dos príncipes cuyo martirio ilustró este
día. Y muy pronto la Iglesia romana, creyendo que no podía celebrarlos
convenientemente a los dos en un mismo día, dejó para el día siguiente el
honrar más explícitamente al Doctor de las naciones.
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29 de junio Festividad de los Apóstoles San Pedro y San Pablo
Yahoo/Buzón
Padre Albamonte <albamontefilhol@fibertel.com.ar>Para:Padre Albamontemié., 24 de jun. a las 12:30 a. m.
Junio el mes de la Misericordia Divina, se cierra con la gran Fiesta de San Pedro y San Pablo. Si bien nuestras oraciones están centradas principalmente en estos días a rogar termine este castigo llamado “pandemia” y las cuarentenas sucesivas, con sus terribles consecuencias sociales, económicas y de todo tipo, no podemos olvidarnos del otro “azote” que es la ocupación y “autodemolicion” de nuestra santa madre la Iglesia Catolica, con peores consecuencias todavía, como es la perdida eterna de tantísimas almas. Pues el 29 de junio es también el dia del Pontificado Romano y a sus dos columnas, los Apostoles dirijamos nuestras suplicas. Para ayudarles, adjunto una meditación sobre la festividad. Siempre presentes en el santo Sacrificio diario, envio mi bendición.
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JANUA COELI-PUERTA DEL CIELO CENTRO DE APOSTOLADO CATÒLICO
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lunes, 15 de junio de 2020
FIESTA DEL SANTÍSIMO CORPUS CHRISTI -Padre E. Albamonte FSSPX
FIESTA DEL SANTÍSIMO
CORPUS CHRISTI
DOCTRINA DEL CONCILIO DE TRENTO. — Con todo eso, la herejía protestante trató pronto
de novedad, de superstición, de idolatría odiosa, estos desenvolvimientos
naturales del culto católico inspirados por la fe y el amor. El concilio de
Trento castigó con el anatema las recriminaciones de los sectarios y en un
capítulo especial, justificó a la Iglesia en términos que no podemos dejar de
reproducir: "El santo Concilio declara piadosa y santísima la costumbre
que se ha introducido en la Iglesia, de dedicar cada año una fiesta especial
para celebrar, todo lo posible, el augusto Sacramento, así como llevarle en
procesión por las calles y plazas públicas con pompa y honor. Es justo que se
establezcan ciertos días en que los cristianos, con una manifestación solemne y
particular, den testimonio de su gratitud y piadoso recuerdo hacia el Señor y
Redentor, por el beneficio inefable y divino que pone ante nuestros ojos la
victoria y triunfo de su muerte. Convenía además que la verdad victoriosa
triunfase de la mentira y herejía, de tal suerte que sus adversarios, en medio
de tal esplendor y tan grande alegría de toda la Iglesia, o pierdan ánimos, o,
llenos de confusión, vengan, en fin, a arrepentimiento"2.
BELLEZAS DEL CORPUS. — Mas
nosotros católicos, fieles adoradores del Santísimo Sacramento, ¡"con qué
alegría" exclama el elocuente Padre
Fáber, "debemos contemplar esta resplandeciente e inmensa nube de
gloria que la Iglesia hace hoy subir hacia Dios! ¡Sí, se diría que el mundo
está aún en su estado de fervor e inocencia, primitivas! Mirad estas gloriosas
procesiones que con sus estandartes resplandecientes por el sol, se desarrollan
en las plazas de las opulentas ciudades, por las calles de los pueblos
cristianos cubiertas de flores, bajo las bóvedas venerables de las antiguas
basílicas y a lo largo de los jardines de los Seminarios, asilos de piedad. En
esta aglomeración de pueblos, el color del rostro y la diversidad de lenguas no
son sino nuevas pruebas de la unidad de esta fe que todos se regocijan de
profesar por la voz del magnífico ritual Romano. ¡En cuántos altares de
distinta arquitectura, adornados con las flores más suaves y resplandecientes,
en medio de nubes de incienso, al son de cantos sagrados y en presencia de una
multitud prosternada y recogida, el Santísimo Sacramento es elevado
sucesivamente para recibir las adoraciones de los fieles, y descendido para
bendecirlos! ¡Cuántos actos inefables de fe y de amor, de triunfo y reparación,
cada una de estas cosas nos representan! El mundo entero y el aire de la
primavera se llenan de cantos de alegría. Los jardines se despojan de las
bellas flores, que manos piadosas arrojan al paso de Dios, oculto en el
Santísimo Sacramento. Las campanas tocan a lo lejos sus graciosos carrillones.
El Papa en su trono y la doncella de su aldea, las religiosas claustradas y los
ermitaños solitarios, los obispos, los dignatarios y predicadores, los
emperadores, los reyes y los príncipes, todos piensan hoy en el Santísimo
Sacramento. Las ciudades se ven iluminadas, las moradas de los hombres se
animan con trasportes de alegría. Es tal el gozo universal, que los hombres se
entregan a él sin saber por qué, y que se comunica de rechazo a todos los
corazones donde reina la tristeza, a los pobres, a todos los que lloran su
libertad, su familia o su patria. Toaos estos millones de almas que pertenecen
al pueblo regio y al linaje espiritual de San Pedro, están hoy más o menos
preocupados con la idea del Santísimo Sacramento; de suerte que la Iglesia militante
entera salta de un gozo y de una emoción semejante al oleaje del mar agitado.
El pecado parece olvidado; las lágrimas mismas parecen arrancadas más bien por
la abundancia dé felicidad que por la penitencia. Es una embriaguez semejante a
la que transporta al alma a su entrada en el cielo; o bien se diría que la
tierra se convierte en cielo, como podría suceder por efecto de la alegría de
que la inunda el Santísimo Sacramento".
Durante la
procesión se cantan los himnos del oficio del día, el Lauda Sion, el Te Deum, y según la duración del
trayecto, el Benedictus, el Magníficat u otras piezas
litúrgicas, que tienen alguna relación con la fiesta, como los himnos de la
Ascensión indicados en el Ritual. De vuelta a la Iglesia, la función se acaba
como las exposiciones ordinarias, con el canto del Tantum ergo, del verso y la
oración del Santísimo Sacramento. Mas después de la Bendición solemne, el
Diácono expone la Sagrada Hostia sobre el trono, donde los fieles la formarán,
durante ocho días, una guardia amorosa y solícita.
No debemos
concluir esta festividad sin mencionar, aunque sea brevemente la gran devoción
que en España se viene teniendo, ya
de antiguo, al Santísimo Sacramento, y el esplendor con que en siglos pasados
se celebró y sigue celebrándose hoy día la gran fiesta del Corpus y su
Procesión. Esta veneración hacia Jesús Sacramentado la testimoniaron de consuno
el arte y la literatura. El arte nos ha legado un tesoro inmenso de custodias
que son verdaderas joyas, cuajadas de primores artísticos no menos que de
materias preciosas. La literatura nos ofrece una riquísima copia de Autos
Sacramentales en que el ingenio y la doctrina de nuestros dramaturgos clásicos,
derrochó galanuras de elocuencia y poesía e hizo de nuestro pueblo un pueblo
que podríamos llamar teólogo.
Esta devoción al
Santísimo, junto con la de la Inmaculada Madre del Verbo hecho
Hombre, la supieron inocular nuestros misioneros en toda la América Española, que, si tenía a gala
en competir antiguamente con la Madre
Patria en rendir honores al Dios de
la Hostia, hoy conserva todavía esa singular veneración al más augusto de los misterios del cristianismo. ¡Gloria
a la España Católica, y gloria a las naciones por ella cristianizadas!
Fuente: se me envió por e-mail:
Jueves del Corpus Christi
Yahoo/Buzón
- Padre Albamonte <albamontefilhol@fibertel.com.ar>Para:Padre Albamontemar., 9 de jun. a las 5:58 p. m.Mis amigos: se decía en nuestro idioma: tres jueves hay en el año que brillan por su esplendor: Jueves Santo, Corpus Christi y el Jueves de la Ascensión. Habiendo perdido por el laicismo primero y el Vaticano II después la celebración correspondiente de estas grandes Fiestas católicas, trasladadas y depreciadas, nos queda a nosotros la celebración personal o en familia, siguiendo el misal romano y las Misas virtuales por la complicación de la “pandemia”. Adjunto como material de información y meditación una parte del texto de Dom Gueranger sobre esta fiesta, escrito en tiempos mas gloriosos para nuestra madre la Iglesia.
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JANUA COELI-PUERTA DEL CIELO CENTRO DE APOSTOLADO CATÒLICO
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15:55
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Carta del Padre E. Albamonte -FSSPX,
Por fiesta del Corpus Christi Carta enviada por el padre E. Albamonte a la feligresía Capilla-Misión en Lima-Perú de la FSSPX.
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